lunes, 11 de febrero de 2013

PERSONALIDAD Y MTC


“Para juzgar a otra persona,
 tómate a ti mismo como criterio”
(Lao Tse)

Antes de comenzar conviene delimitar una serie de conceptos relacionados en este ámbito:
  • Personalidad: patrón complejo de características psicológicas que configuran la constelación completa de la persona, y que se expresan de forma casi automática en las conductas humanas. Estas características emergen de una matriz compleja en la que están presentes disposiciones biológicas y experiencias de aprendizaje, en función de las cuales se organizan formas relativamente estables (estilos) de pensar, percibir, sentir, afrontar situaciones y relacionarse con otros seres humanos y con objetos del mundo cultural (Millon y Davis, 2001).      
  • Carácter: son características adquiridas durante el desarrollo, mediante el proceso de socialización, por tanto está relacionado con la introyección de las normas sociales imperantes.
  • Temperamento: depende de las disposiciones biológicas básicas hacia ciertos comportamientos.



Dentro de los diversos modelos desarrollados por la psicología para definir la  personalidad (normal, no patológica) es muy  relevante para el objetivo de este análisis el modelo de los Cinco Grandes de Costa y McCrae (1985). Divide la personalidad en cinco grandes dimensiones:
  • Apertura a la experiencia: aprecio de experiencias nuevas, proposición de ideas novedosas, engloba características como el gusto por el arte, por la aventura, por las emociones, la imaginación y la curiosidad. En el extremo opuesto se sitúa el Convencionalismo.
  • Responsabilidad: tendencia a la autodisciplina, a la responsabilidad, el planeamiento en lugar de lo espontáneo, control, competencia, orden, minuciosidad, sentido del deber, fiabilidad, persistencia, ambición, necesidad de éxito. En el polo opuesto situamos la Desorganización caracterizada por la irresponsabilidad y la conducta caótica.
  • Extroversión: implica la energía, las emociones positivas, la tendencia a buscar atención y compañía de otros, alta sociabilidad, evitación de la soledad, asertividad, locuacidad, necesita estimulación constante. El polo opuesto es la Introversión: reservados, independientes, prefieren estar solos, buscan grupos cerrados de amigos en los cuales se desenvuelven como los extravertidos, evitan la estimulación novedosa.
  • Neuroticismo: refleja niveles crónicos de inestabilidad emocional y susceptibilidad al malestar psicológico, tendencia a experimentar emociones negativas como ansiedad, ira, depresión y vulnerabilidad. El polo opuesto es la Estabilidad Emocional.
  • Agradabilidad o Cordialidad: buen carácter, disposición a ayudar a los demás, tendencia a ser compasivo y cooperativo, actitud conciliadora, empatía, sensibilidad hacia los demás, altruismo. El polo opuesto es la Antipatía.
También podemos reseñar aquí a Millon y su teoría del aprendizaje biosocial. Considera que la personalidad (y la psicopatología) se desarrolla como resultado de la interacción de fuerzas ambientales y organísmicas desde el mismo momento de la concepción y que se mantienen a lo largo de la vida. Así, los factores biológicos pueden configurar, facilitar o limitar la naturaleza de las experiencias y aprendizajes de la persona. Además, la interacción entre factores biológicos y psicológicos es bidireccional y circular (las disposiciones biológicas de los niños evocan reacciones en los demás que acentúan tal disposición). Posteriormente redefine su modelo de personalidad de acuerdo a cuatro polaridades:
  • Promoción y preservación de la vida: polaridad Placer-Dolor, (búsqueda de experiencias de recompensa y evitación del peligro y la amenaza).
  • Acomodación y modificación ecológicas: polaridad Pasividad-Actividad (atenerse a la realidad favorable y dominio del propio entorno).
  • Individuación y crianza con fines reproductores: polaridad Sí mismo-Otros (individuación y amor constructivo hacia los demás).
  • Integración intracortical: polaridad razonamiento intelectual (Pensamiento) –  resonancia afectiva (Sentimiento).
Intentando traducir estas teorías a la MTC proponemos lo siguiente, sin olvidar que esta propuesta de modelo no deja de ser una simplificación y que, en la práctica, las interacciones son mucho más complejas:
  • Podríamos, sin gran esfuerzo, situar los cinco factores de Costa y McCrae en la pentacoordinación, siendo: Extraversión-Madera, Apertura a la experiencia-Fuego, Agradabilidad-Tierra, Minuciosidad-Metal, Neuroticismo-Agua.
  • La polaridad placer-dolor podría encuadrarse en el eje Shaoyin, como garante de la supervivencia, siendo la búsqueda de recompensa dependiente del Fuego y la evitación del peligro dependiente del Agua.
  • La polaridad Pasividad-Actividad puede comprenderse como otra forma de ver los movimientos centrífugo y centrífugo en las relaciones, es decir, dependiente de las relaciones entre Madera y Metal respectivamente.
  • La polaridad Pensamiento-Sentimiento queda establecida por las interacciones armónicas del Fuego con el resto de la pentacoordinación. Si se produce una descompensación, la primacía del pensamiento (como racionalismo) puede determinarse en caso de preeminencia del lado derecho de la pentacoordinación (Tierra – Metal), la primacía del sentimiento (como pasión) si prevalece el lado izquierdo (Madera – Agua).
  • Los procesos de individuación (Sí mismo-Otros) dependerán básicamente de las relaciones que el elemento Tierra (Bazo) establezca con el resto de los elementos. El Sí mismo se define en base a la interacción entre el Corazón-Bazo-Riñón, las relaciones con los Otros dependerán de la interacción entre el Hígado-Bazo-Pulmón y de la mediación de Xinbao.
La Psicología Analítica, surgida a partir del psicoanálisis, parte de un planteamiento que puede muy bien considerarse energético, análogo a un sistema hidráulico. El foco central está en la acumulación/descarga/bloqueo de la energía (tensión-pulsión).

De una forma muy somera, Freud dividió el escenario psíquico en tres niveles de accesibilidad o “profundidad” (consciente, preconsciente e inconsciente), y en tres estructuras (Ello, Yo y Superyo). El Yo es racional, sigue el Principio de la Realidad y contiene la reducción de la tensión hasta que el Placer muestre perspectivas realistas de ser alcanzado. Su energía proviene del Ello, sistema original completamente inconsciente, irracional, sede del Principio del Placer y la principal reserva de la energía instintiva. El Superyó es el agente de la moral interna, creado a partir de la identificación con los padres durante el periodo de socialización, pero como el Ello es inconsciente, irracional, e incluye la “voz interna” no solo de los padres, sino también de experiencias morales ancestrales. La mente consciente y la conducta serán pues resultado de la interacción entre las tres instancias anteriores.

La pulsión freudiana puede contemplarse como un proceso dinámico. La pulsión es una carga energética básica que hace que el organismo se mueva hacia la consecución de un fin. Su origen es fisiológico, un estado de tensión o de excitación corporal. El objetivo de todas las funciones mentales y conductuales es descargar la cantidad acumulada de tensión nerviosa que se experimenta como “displacer”. Es decir, la pulsión es una fuerza motivacional. La energía emocional reprimida genera una tensión no descargada que produce los síntomas neuróticos. Su abreacción descarga el afecto acumulado (estancado), lo cual teóricamente elimina los síntomas.

La Pentacordinación también puede dividirse en consciente y no consciente. La consciencia depende del Corazón, las demás son respuestas emocionales no conscientes que pueden hacerse conscientes en cualquier momento (pero ya quedarían elaboradas). La personalidad está formada por los cinco Bershen, unidos por el Corazón y amalgamadas por el Xinbao, el director de orquesta artífice de la “melodía emocional” o psico-emocionalidad integral de la persona, capaz de introducir las variaciones requeridas en función de las necesidades del momento a fin de asegurar nuestra supervivencia individual, para lo cual produce las modificaciones que sean precisas a nivel físico o a nivel emocional, a través de la Pentacoordinación.

Maciocia considera que el Shen de Corazón (que él denomina Mente) es el Ego, mientras que la unión de los cinco Shen (especialmente Mente y Alma Etérea) es el Yo. El Hun es sede del inconsciente individual y conecta con el inconsciente colectivo de Jung (fuente de los arquetipos y los símbolos). Señala que los ideogramas Hun y Po contienen el radical gui (espíritu o fantasma), lo cual supone que tienen una existencia independiente de la Mente, es decir, forman parte del aparato psíquico más allá de la consciencia, con sus objetivos particulares que no caen bajo el control de la Mente (consciente). Ambos presentan similitudes con el concepto de Sombra de Jung. La Sombra incluye todo aquello que no queremos reconocer como parte de nosotros y que hemos reprimido, pero también incluye todas aquellas potencialidades que no hemos realizado. De hecho para Jung las unidades funcionales que componen el inconsciente personal o “complejos” (persona, sombra, yo, anima, animus) se rigen por sus propias leyes y parecen tener voluntad, vida y personalidad propias, tanto en estados normales como psicopatológicos.

Requena plantea también una analogía entre el psicoanálisis, la psicosomática de Alexander y la MTC. Así, de acuerdo con las neurosis vegetativas de Alexander, los conflictos cuyo núcleo se centra en el bloqueo de la agresividad, provocan una alteración del sistema simpático, es decir, el Agua, la Madera y el Fuego, mientras que los conflictos cuyo centro gira en torno a la necesidad de dependencia y búsqueda de apoyo se relacionan con el sistema parasimpático y los terrenos Metal y Tierra.

Por otra parte hay una clara relación entre el estado oral de Freud y la Tierra (boca, abdomen, asimilación), tanto a nivel simbólico como fisiológico, y entre el estadio anal con el Metal (colon, ano, recto). El bloqueo en estos estadios, la insuficiencia en las demandas infantiles de nutrición-apoyo y dependencia-autonomía, se manifestará en trastornos parasimpáticos, es decir, digestivos y respiratorios. La alteración en la Tierra presentará características de personalidad tendentes hacia la inmadurez psicoafectiva, los actos irreflexivos y la falta de capacidad para asumir responsabilidades o bien con personalidades pasivas, reflexivas, que se complacen en la abstracción pura y la intelectualidad, dado que en ausencia de acción las ideas no conllevan responsabilidades. De hecho Requena considera que el terreno hipotiroideo o hipogonádico puede considerarse como una manifestación simbólica de la voluntad de no ser adulto, de no crecer. Por su parte la alteración en el Metal, en la fase sádico-anal de eliminación se traduce en una gran culpabilidad subyacente, la preocupación por la (suciedad) moral, los juicios de valor, la meticulosidad y la ambivalencia entre avaricia-generosidad.

Los complejos de superioridad e inferioridad de Adler quedan relacionados, de acuerdo a esta analogía, con los caracteres Yang y Yin respectivamente, de tal modo que el primero tiende a resolver sus conflictos con estrategias de exteriorización y viven la rivalidad simbólicamente con la intención de ganar, orientándose al logro, a ser el mejor, mientras que los segundos tenderán a seguir la vía de la interiorización, la inhibición y la autoculpabilización.

Un campo de estudio potencialmente prometedor son los mecanismos de defensa. Hammer señala que la restitución (defensa) son los intentos que realiza el sujeto para compensar o proporcionar sustitutos para el atributo suprimido o reprimido. Afirma que esto se realiza prioritariamente dentro del mismo Movimiento, de tal manera que si la función Yin está subdesarrollada se producirá un intento compensatorio por parte de la función Yang. Por ejemplo, una alteración del Yin de Corazón, responsable de las emociones creativas y “delicadas”, llevará a una ausencia de las mismas, pero de forma compensatoria el Yang de Corazón hará que la persona realice actividades creativas (escribir, pintar, esculpir, componer) por encima de lo “normal”, aunque dichas manifestaciones carecen de la verdadera creatividad que aporta el Yin de Corazón, aunque tal vez lo imiten. Así mismo señala que, con fines diagnósticos, los rasgos constitucionales serán obvios desde la infancia, mientras que los atributos de compensación aparecen posteriormente en el desarrollo y son menos consistentes. 









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