domingo, 5 de febrero de 2012

EL SHEN


“El mayor error en el tratamiento de las enfermedades
es que hay médicos para el cuerpo y médicos para el alma,
aunque ambos no pueden separarse”
(Platón)

Si hay algo básico y a la vez distintivo de la Medicina China es su planteamiento holístico. Cuerpo y mente son dos aspectos de una misma cosa, forman un Tao indivisible. La mente no tiene sentido sin el cuerpo, y el cuerpo no puede comprenderse en ausencia de la mente. En realidad, cuerpo y mente no son sino dos estados diferentes de Qi: la mente un estado más sutil y el cuerpo un estado más condensado de energía. En definitiva, las dos caras de la misma moneda.

De hecho la misma palabra china, shen (diferentes caracteres pero fonéticamente iguales), puede traducirse como mente y como cuerpo, es decir, como una entidad psicosomática. De esta forma la MTC sustituye el dualismo occidental mente/cuerpo por el polarismo del yang/yin, dos opuestos que son manifestaciones del mismo proceso, se explican solo en referencia al otro, y dependen uno del otro para existir.

El Shen, la energía psíquica, tiene que ver tanto con la cognición, el conocimiento y la conciencia, como con las emociones, sentimientos, la captación emocional del mundo y con los cambios fisiológicos que los acompañan. Hasta aquí el planteamiento se parece bastante al de nuestra psicología occidental. Pero la MTC va más allá. 

La MTC es profundamente organicista respecto al psiquismo. Si hay una alteración del Yin, del Yang, del Qi del órgano, del Xue o del Shen los terrenos biológicos se verán afectados. La alteración del órgano modifica la personalidad y el medio altera el órgano. Esta es la base la psicosomática en MTC. Un Shen equilibrado estimula el órgano y por tanto contribuye a la formación de un buen Qi y a la correcta nutrición del terreno tisular específico. Un defecto de Shen implica déficit de Qi y vacío en el órgano. Un exceso de Shen bloquea el Qi del órgano y acelera su raíz yang. Qi y Shen forman un Tao, si se gasta en exceso uno, el otro se queda vacío (la alteración del Pulmón produce melancolía, la tristeza provoca trastornos en el Pulmón).

Tomando como ejemplo el movimiento madera: el Hígado fabrica Viento (Feng Qi o Gan Qi, Qi de Hígado) que alcanza el ojo (diana tisular) y produce un Yinye (lágrimas, humor acuoso, humor vítreo). Así mismo el Gan Qi se distribuye al Bazo (pentacoordinación), alimenta el Corazón y permite la adaptación física al medio (movimiento muscular). El Qi hepático al interaccionar con las estructuras neuroendocrinas del Riñón Yang genera Shen Hun, la respuesta psíquica y emocional al medio. Un exceso de agresión externa (por ejemplo un entorno muy competitivo) exige una mayor respuesta Yang, que si no está equilibrada por el Yin, producirá un Shen Hun con exceso de Yang, que podemos también denominar estrés, entendido como un esfuerzo hiper-adaptativo extremo.

“La visión occidental de la integración mente-cuerpo es básicamente como una pirámide vertical de la mente al cuerpo. Es decir, los estímulos emocionales inducen cambios en el sistema nervioso autónomo que afectarán a las vísceras. Por contraste, en la medicina china existe una interacción de dos vías entre el cerebro (o la Mente del Corazón) y las vísceras; los estímulos emocionales que afectan a la Mente pueden causar una desarmonía de las vísceras y, viceversa, una desarmonía de las vísceras puede causar un desequilibrio emocional” (Maciocia)

Habitualmente se considera que el Sistema Nervioso se encuentra en la cúspide de la pirámide biológica, el Sistema Endocrino es un mediador, y en la base recibiendo los cambios, se encuentra el Sistema Vascular. Por el contrario en bioenergética el Qi se sitúa por encima de los sistemas anteriores, el Sistema Neuroendocrino actúa de mediador de las señales del Qi, y el Sistema Vascular (Xue) recibe los cambios. Los trastornos idiopáticos, inexplicables por la medicina ortodoxa, son realmente alteraciones energéticas, trastornos del Qi, que evolucionan posteriormente a alteraciones del sistema nervioso, del sistema endocrino y finalmente alteraciones orgánicas constatables por metodología diagnóstica “objetiva” (Rx, TAC, resonancia).


Toda alteración, toda pérdida de homeostasis, tiene por tanto un origen energético y debe ser tratada a este nivel con técnicas energéticas (acupuntura, homeopatía, etc.), el siguiente paso de deterioro, ya con alteraciones bioquímicas, requiere una intervención a través de fitoterapia y farmacología, el trastorno funcional necesitará fisioterapia y, por último, la enfermedad orgánica necesitará inexcusablemente cirugía.


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