viernes, 30 de noviembre de 2012

LAS TÉCNICAS DE LIBERACIÓN EMOCIONAL, QUÉ SON Y POR QUÉ FUNCIONAN


Dentro de las terapias “de nueva generación” se han popularizado enormemente diversos tratamientos denominados Psicología energética o Técnicas de Liberación Emocional (TFT, EFT, TAT). Una búsqueda simple en Google con este descriptor arroja más de un millón de resultados. Pero realmente ¿qué es y por qué funciona el “Tapping”?

La pionera Terapia de Campo de Pensamiento (Thought Field Therapy – TFT) fue desarrollada a principios de los 80 por el psicólogo Dr. Roger Callahan a partir de sus estudios en Kinesiología Aplicada y Medicina Tradicional China (MTC). Callahan considera que, cuando el paciente sintoniza su pensamiento con un hecho perturbador, se dispara una secuencia de actividades neurológicas, químicas, hormonales y cognitivas que derivan en la experimentación de una emoción negativa (miedo, tristeza, ira…). Callahan afirma que toda emoción negativa es una interrupción (bloqueo) en el sistema energético del cuerpo.

Esta perturbación tiene por tanto una causa energética y puede eliminarse mediante la estimulación por medio de ligeros golpecitos (tapping) en puntos concretos de acupuntura, conjuntamente con diversas maniobras de sicronización interhemisférica.

El procedimiento es simple. Consiste en pedir al paciente que recuerde y se “sintonice” con el hecho traumático. Una vez logrado, se guía al paciente en la realización de un procedimiento estandarizado denominado Algoritmo. Al repetir este procedimiento un número suficiente de veces, la perturbación provocada por el recuerdo del hecho traumático va desapareciendo, junto con las sensaciones y emociones asociadas, al tiempo que va transformándose la imagen que representa ese recuerdo. 

Una de las características distintivas de la TFT es que casi no requiere de la expresión verbal del paciente. Esta peculiaridad la hace especialmente indicada en aquellos casos en que hablar del tema motivo de la consulta puede resultar tan penoso o vergonzante como el hecho mismo.

Posteriormente Gary Craig, un ingeniero interesado en la psicoterapia, realiza una sistematización de los trabajos de Callahan y crea su propia versión de tapping: la EFT o Técnica de Liberación Emocional, partiendo de la base de un único algoritmo que sea capaz de desbloquear todos los canales y por tanto aplicable sea cual sea el problema.


Tal como reconoce Craig, la EFT se basa en el concepto de “revisión al 100%”. Con ello supone que puede evitar el diagnóstico energético de la MTC, al estimular la mayor parte posible de los puntos de inicio o final de los distintos meridianos, con la esperanza de que la alteración energética se encontrará necesariamente en uno de ellos. De hecho denomina “receta básica” a su algoritmo. Aunque indudablemente esta forma de proceder supone matar moscas a cañonazos (un poco como desmontar por completo un coche para cambiar un manguito), lo cierto es que funciona muy bien en gran número de problemas, tanto emocionales como físicos. Y cuando se combina simultáneamente con hipnosis o PNL los resultados son excepcionales.

Otra técnica interesante de Tapping es la TAT o Técnica de Acupresión Tapas, creada por Tapas Fleming en 1994. La autora considera que la técnica crea un vínculo entre un meridiano de acupuntura con nuestro centro de la visión para facilitar el "cambio del punto de vista" que tenemos de los problemas en nuestra vida, transformando así nuestra postura al respecto. 


Me gustaría llamar la atención sobre el denominado “Reverso psicológico”. Callahan supone que el Reverso Psicológico implica un cambio de polaridad en el sistema energético debido a pensamientos negativos y derrotistas que frecuentemente ocurren de manera subconsciente y por lo tanto no nos damos cuenta de ellos, aunque también puede deberse a un beneficio o una ganancia secundaria. Es por tanto una forma de resistencia. Craig señala que por término medio estará presente, y por lo tanto obstaculiza la EFT, el 40% del tiempo. La “frase preparatoria” está dirigida específicamente a neutralizar tales pensamientos, por ello toma la forma de una afirmación positiva neutralizadora, creando un vínculo entre la Psicología Energética y la corriente de la Psicología Positiva.

Por último me gustaría enfatizar la importancia de la definición del problema para el éxito de las técnicas de Tapping. El problema debe ser lo más objetivo y concreto posible, y formularse de acuerdo a las propias palabras del paciente, en caso contrario el éxito de la técnica puede reducirse a cero. En segundo lugar probablemente sea fijar el foco atencional sobre el problema mientras se estimula el sistema energético del cuerpo el componente básico de la terapia, tanto como la idoneidad de los puntos empleados. La intención del paciente (y del terapeuta) sin duda dirige la energía hacia el punto alterado en la red energética y explica por qué el Tapping, per se, no es suficiente para solucionar el problema en ausencia de una conexión potente e intencional con la emoción.


La Psicología occidental ha intentado explicar los mecanismos de acción del Tapping desde sus propios presupuestos teóricos. Así, a la luz de la teoría del condicionamiento clásico, el Tapping elicita el reflejo de orientación y sus efectos inhibidores sobre la respuesta condicionada. De esta manera, una respuesta (el algoritmo), que compite con la respuesta condicionada (la reacción emocional frente al recuerdo del trauma), extinguiría dicha respuesta. Otros autores consideran que ingredientes tales como la exposición imaginaria, la observación disociada, y mantener un foco de atención dual (entre otros) darían cuenta de la efectividad de esta terapia. Otra explicación posible se basa en el mecanismo de la inhibición recíproca de J. Wolpe. La estimulación lograda con la aplicación del algoritmo lograría una respuesta de relajación que competiría con la respuesta perturbadora del recuerdo, desensibilizándolo, exactamente igual que hacen las diversas técnicas de relajación. De nuevo, en todas estas explicaciones, se obvia lo fundamental: la emoción es energía, el pensamiento es energía, nuestro cuerpo físico es energía. La psicología (al igual que la medicina) conoce la existencia de la energía, pero la obvia en sus paradigmas.

En 1994 el Dr. Charles R. Figley llevó a cabo una investigación conocida como el “Proyecto de los ingredientes activos en el tratamiento del trauma” (Figley & Carbonell, 1995; Gallo, 1996; Gentry, 1998). En ella se pusieron a prueba cuatro diferentes abordajes terapéuticos: EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing, o Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), TIR (Traumatic Incident Reduction, o Reducción de Incidente Traumático), VKD (Visual Kinesthesic Dissociation, o Disociación visual kinestésica, un procedimiento derivado de la programación neurolingüística), y TFT. El procedimiento consistió en asignar aleatoriamente pacientes a representantes de las cuatro escuelas, con la sola consigna de administrarles el tratamiento durante una semana, de la manera que cada escuela lo prescribiera, y se midieron los efectos. Los resultados fueron altamente alentadores. El Dr. Charles Figley, a la vista de los resultados, concluye que: “los tratamientos psicoterapéuticos que son consistentes con las teorías basadas en la evidencia merecen la atención tanto de los clínicos como de los investigadores y deberían ser considerados válidas hasta que sean puestos a prueba.”