jueves, 26 de diciembre de 2013

DOLOR FÍSICO Y DOLOR EMOCIONAL (I): ESTRÉS Y DOLOR CRONICO

Dentro de la tradición médica occidental se asume que el dolor es un síntoma, es decir, una señal que indica que se ha producido un daño en el organismo. Así el dolor queda reducido a ser una simple consecuencia de una patología subyacente.

Esta característica supone al dolor un valor evidentemente adaptativo, un mecanismo de alarma que sirve para informar de un proceso patológico que, de otra forma, podría ser ignorado por el organismo y resultar en un daño grave o incluso la muerte (tal y como ocurre con las personas que sufren insensibilidad congénita al dolor). Es decir, el dolor es una sensación más, y por tanto su abordaje se encuadra dentro de una perspectiva fisicalista, donde la sensación dolorosa está causada por una estimulación en un receptor específico (nocioceptivo) y es directamente proporcional a la cantidad de estimulación (nociva).


Dentro de los diferentes modelos psicológicos del dolor, el modelo de Melzak y Casey (1968) permite un abordaje más comprensivo de este problema, al concebir el dolor como una experiencia multidimensional. Esto supone la subdivisión del dolor en tres dimensiones interrelacionadas:
  • La dimensión sensorial/discriminativa se corresponde puntualmente con la perspectiva biomédica tradicional en el sentido de que depende de los mecanismos anatómicos y fisiológicos relacionados con la sensación dolorosa. Así esta dimensión se encarga de la transmisión de la estimulación desde el lugar de la alteración hacia los centros superiores, informando de los parámetros de localización, intensidad, duración, etc.
  • La dimensión motivacional/afectiva se refiere a la cualificación subjetiva del dolor, y principalmente de aspectos tales como su definición como aversivo y desagradable, y por tanto algo que es necesario evitar.
  • La dimensión cognitivo/evaluativa está estrechamente relacionada con la anterior e integra la experiencia de dolor a nivel cortical, lo que implica tanto a la experiencia anterior del sujeto, el contexto en que ésta se produce, y distintas variables cognitivas como percepción de control y la expectativa de las consecuencias que para el individuo va a representar la experiencia de dolor.
Este proceso de reconceptualización y redefinición de lo que es el dolor se refleja en el trabajo de la IASP (International Association for the Study of Pain) que en 1973 define el dolor como “una experiencia sensorial y emocional displacentera, asociada al daño del tejido, real o potencial, o descrita en términos de tal daño”.

Estas aportaciones abren el campo del dolor a la investigación e intervención desde la Psicología. Si el dolor ya no es (no puede ser) entendido como una simple sensación, sino como un proceso constructivo donde la persona, el individuo con dolor, juega un papel central y activo, entonces la determinación de las variables psicológicas implicadas en este proceso de reconstrucción será importante en la medida en que nos ayude a su comprensión y abordaje terapéutico desde un modelo mutidisciplinar.

El DSM reconoce la existencia de covariación entre trastornos emocionales y dolor, bien en su origen, mantenimiento o exacerbación. No obstante, de acuerdo con sus objetivos descriptivos, no clarifica en qué medida estos problemas emocionales (ansiedad, depresión e ira) y psicosociales causan/afectan al dolor o a su tratamiento. De aquí que se hace necesaria una mayor profundización en el problema.

Por ejemplo, sabemos que el estado de ansiedad o las situaciones de estrés juegan un doble papel respecto al dolor: bien predisponiendo a episodios de dolor frecuentes, o bien empeorando los síntomas de dolor preexistentes. Además los episodios estresantes pueden disminuir el umbral de tolerancia al dolor al afectar a su dimensión afectiva. Por tanto, si asumimos que una condición de dolor crónico puede conceptualizarse como una situación de estrés crónico, y que los intentos de los sujetos para superar/escapar de esta situación pueden contemplarse como estrategias de afrontamiento, entonces es lícito aplicar el modelo transaccional del estrés al campo del dolor.

Hasta aquí hablamos de la ansiedad y el estrés como desencadenantes o agravantes del dolor, pero a su vez ésta es una relación más compleja, ya que el propio dolor puede convertirse en un estímulo estresante que vuelve a iniciar la cadena, entrando en un círculo vicioso de ansiedad-dolor-ansiedad-dolor.

Centrándonos ahora en la dimensión más fisiológica, el estado de ansiedad se ha relacionado tradicionalmente con el dolor agudo, y los estados depresivos con el dolor crónico. Así ante un dolor agudo se produce una respuesta de activación simpática, característica también de la respuesta de estrés y los estados de ansiedad, con aumento de la tasa cardíaca, de la tensión arterial, mayor consumo de glucógeno y un incremento en la secreción de epinefrina y norepinefrina, lo que nos lleva a una nueva interacción. Si la ansiedad produce un aumento en la activación simpática, esto va a aumentar el dolor mediante el círculo vicioso de dolor-ansiedad-tensión muscular. Es decir, la ansiedad va a producir un aumento en la tensión muscular, y esto producirá un aumento de dolor, lo que a su vez incrementará la ansiedad, y así sucesivamente.

Pero siguiendo con los modelos multidimensionales del dolor aún podemos incluir otro elemento. Diversos autores han enfatizado una posible explicación de la relación entre ansiedad y dolor a través de un mecanismo atencional. Existe una fuerte evidencia que sugiere que los pacientes de dolor crónico exhiben un sesgo en el recuerdo de estímulos relacionados con el dolor, y además que la información ambigua es procesada como relacionada con el dolor. Así los pacientes de dolor crónico se caracterizan por un sesgo atencional selectivo hacia señales temáticamente relacionadas con la expresión sensorial y afectiva del dolor. La atención sobre el dolor conduce a un incremento de éste, es decir, la implicación de sesgos atencionales relacionados con el dolor se traducirá en un rango incrementado de monitorización de sensaciones denominado hipervigilancia, y un incremento de la intensidad del dolor.

Pero para complicar aún más el escenario introduzcamos un nuevo factor. Una variable relevante que explica las diferencias en tolerancia al dolor podría ser la presencia de autoverbalizaciones de tipo catastrofista. La catastrofización ha sido definida como una orientación negativa exagerada hacia estímulos de dolor y la experiencia de dolor. Los pensamientos catastrofistas están relacionados con la dimensión afectiva del dolor, afecto depresivo y estado de ansiedad. Sullivan et al., (1995) han sugerido que la catastrofización puede a su vez subdividirse en tres componentes relacionados: rumiación (“No puedo parar de pensar acerca de cuánto duele”) magnificación (“Me preocupo porque esto quiere decir que algo serio puede ocurrirme”) e indefensión (“No hay nada que pueda hacer para reducir la intensidad del dolor”). Este autor ha encontrado que altas puntuaciones en catastrofización estaban asociadas a mayor intensidad de dolor, niveles más altos de discapacidad y mayor probabilidad de desempleo. El factor de rumiación fue el componente de la catastrofización que se asociaba más fuertemente a discapacidad.

Hemos visto que el dolor crónico puede conceptualizarse como un estresor ante el cual los individuos muestran diversas adaptaciones, desde una pequeña alteración en las rutinas cotidianas a la total incapacidad. Los modelos de estrés y afrontamiento predicen que el ajuste dependerá: a) de las valoraciones cognitivas de la experiencia de dolor, y b) de las estrategias de coping cognitivas y conductuales empleadas para manejar el dolor. Lazarus y Folkman, (1984) definen el afrontamiento como un proceso que está tanto determinado como alterado por valoraciones de control, es decir, por la creencia del individuo sobre su capacidad y recursos para manejar el dolor. Una extensa literatura documenta el impacto de la valoración de control sobre el ajuste emocional y conductual al dolor crónico. La percepción de control sobre el dolor predice menor nivel de dolor y discapacidad, menos conductas de dolor y mayor bienestar psicológico.

Además dentro del afrontamiento es clásico distinguir entre estrategias de coping activas y pasivas. Las estrategias activas suponen un intento del paciente de tratar el dolor empleando sus propios recursos, y las estrategias pasivas se caracterizan por indefensión y/o abandono en otros. En cualquier caso la distinción clave en la definición de estrategias de afrontamiento activas y pasivas es la medida en la que el paciente depende de recursos internos o externos para controlar el dolor. No obstante esta separación no está tan clara. Algunas estrategias como tomar la medicación pueden ser pasivas a causa de que el paciente está relegando en fuerzas externas, pero también pueden ser activas debido a que está cumpliendo con su tratamiento.

Pero demos un paso más. Algunos estudios sugieren que las valoraciones de control y las estrategias de coping pueden estar influenciadas por una tercera variable: la severidad del dolor. El hecho de  que las estrategias de afrontamiento sean eficaces sólo a ciertos niveles de dolor continúa siendo un área importante de investigación. Por ejemplo, Haythornthwaite (1998) encontró que las autoafirmaciones de afrontamiento y la reinterpretación de las sensaciones dolorosas predicen una mayor percepción de control sobre el dolor con niveles altos de dolor, mientras que ignorar las sensaciones dolorosas predice percepciones de control más bajas. Ignorar las sensaciones dolorosas se ha pensado típicamente que es una estrategia adaptativa y de hecho es la más empleada. Los resultados sugieren, por el contrario, que al ignorar las sensaciones dolorosas los individuos experimentan una pérdida de control percibido sobre su dolor. Puede ser que ignorar las sensaciones dolorosas sea incompatible con controlar las sensaciones dolorosas. Por ejemplo, los individuos con elevada focalización sobre el dolor o que catastrofizan son incapaces de hacer un uso efectivo de las estrategias de distracción para reducir niveles elevados de dolor. En la misma línea los sujetos con baja intensidad de dolor es posible que encuentren la distracción beneficiosa, y por el contrario los individuos con alta intensidad de dolor crónico es probable que no se beneficien de las estrategias distractoras.

En esta línea Blalock investiga la flexibilidad de afrontamiento a través de varias áreas problemáticas relacionadas con el dolor en pacientes de artritis reumatoide. Definiendo la flexibilidad de coping como la capacidad individual para cambiar de estrategia cuando una no tiene éxito, encontraron que los pacientes que informaban emplear una gran diversidad de estrategias de afrontamiento hacia las áreas evaluadas mostraban un mejor ajuste psicológico. De nuevo dos estrategias activas, autoafirmaciones de coping y reinterpretación de las sensaciones dolorosas fueron predictivas de un mayor control percibido y de mejor ajuste. Estos efectos aparecen tras controlar la severidad del dolor, que mostraba una asociación muy fuerte con las creencias de control.

La interacción control/severidad del dolor podría explicar por qué creencias pronunciadas de control o autoeficacia no necesariamente resultan en un afrontamiento efectivo. Diversas investigaciones han encontrado que si la percepción de control de la persona es elevada y la intensidad del dolor es moderada o baja entonces el nivel de actividad cotidiana resulta escasamente afectado. Los pacientes afrontan adaptativamente su dolor. Sin embargo si la percepción de control es alta y la intensidad de dolor es muy elevada los niveles de actividad del sujeto caen, probablemente porque sus expectativas de control no son efectivas para esa intensidad de dolor, y podemos entonces hablar de indefensión y/o depresión.

Por ejemplo, es plausible asumir que un locus de control altamente interno esté asociado con mayores intentos activos de corregir problemas potenciales, sin embargo este patrón de coping puede conducir a sentimientos de indefensión y desesperanza, especialmente cuando el individuo es confrontado con problemas irreversibles. En este contexto Janoff-Bulman y Brickman (1982) hablan de una patología de altas expectativas. El ideal libre de dolor ilustra este punto de vista: la validez de esta creencia como una meta personal (y terapéutica) se hace más y más cuestionable a medida que se incrementa la duración del dolor y éste llega a hacerse crónico, y los recursos activos disponibles para el paciente se agotan sin lograr alterar substancialmente el dolor.

En este mismo sentido McCracken señala que un 82% de los pacientes tratados continúa sufriendo de dolor a los dos años de seguimiento. En muchos casos los pacientes participan activamente en la búsqueda de soluciones para reducir su dolor. Esta búsqueda en ocasiones toma formas extremas y se reconoce como un rasgo central de la experiencia de dolor crónico. Sin embargo la evitación del dolor es una respuesta ineficaz cuando el dolor es crónico. A  menudo conduce a deterioro físico, mantiene altas expectativas no realistas sobre el dolor y se ha mostrado como un predictor de la depresión y discapacidad en personas con dolor crónico. Muchos pacientes mantienen sus intentos de evitar el dolor a pesar de que esta estrategia de hecho no produjo una reducción del dolor cuando se usó en el pasado. De hecho tales esfuerzos pueden producir justo lo contrario de lo que persiguen, dejando a los pacientes con un dolor más persistente. Parece lógico que los pacientes consigan un mejor ajuste al dolor si reducen su evitación aceptándolo, y dirigiendo sus esfuerzos hacia metas que puedan conseguir.

Abandonar los intentos de evitar una experiencia aversiva puede en principio parecer desadaptativo. Sin embargo Rothbaum sugiere que cuando las formas habituales de control instrumental sobre un evento aversivo son ineficaces los individuos pueden esforzarse por comprender y aceptar el evento, y cuando esto ocurre experimentan menos consecuencias negativas emocionales. Arntz y Schmidt concluyen que el control percibido sobre el dolor tiene efectos positivos, y añaden que la clase de control que puede conseguirse primero requiere la aceptación por el paciente de que, efectivamente, tiene dolor.


Resumiendo, la investigación sobre el dolor es un área donde la multidimensionalidad y la complejidad de los factores implicados permite a la Psicología, y especialmente a la Psicología de la Salud, una investigación rica y fructífera tanto en la determinación de los procesos como en la construcción de programas de intervención útiles y aplicados para este problema, no obstante aún queda mucho trabajo por hacer en este campo. Con este breve repaso a la problemática del dolor esperamos haber conseguido un doble objetivo: por un lado aumentar nuestra comprensión sobre un trastorno que afecta duramente a muchas personas, y por otro indicar las múltiples líneas de investigación que permanecen abiertas a la espera de nuevas aportaciones esclarecedoras.

lunes, 11 de febrero de 2013

PERSONALIDAD Y MTC


“Para juzgar a otra persona,
 tómate a ti mismo como criterio”
(Lao Tse)

Antes de comenzar conviene delimitar una serie de conceptos relacionados en este ámbito:
  • Personalidad: patrón complejo de características psicológicas que configuran la constelación completa de la persona, y que se expresan de forma casi automática en las conductas humanas. Estas características emergen de una matriz compleja en la que están presentes disposiciones biológicas y experiencias de aprendizaje, en función de las cuales se organizan formas relativamente estables (estilos) de pensar, percibir, sentir, afrontar situaciones y relacionarse con otros seres humanos y con objetos del mundo cultural (Millon y Davis, 2001).      
  • Carácter: son características adquiridas durante el desarrollo, mediante el proceso de socialización, por tanto está relacionado con la introyección de las normas sociales imperantes.
  • Temperamento: depende de las disposiciones biológicas básicas hacia ciertos comportamientos.



Dentro de los diversos modelos desarrollados por la psicología para definir la  personalidad (normal, no patológica) es muy  relevante para el objetivo de este análisis el modelo de los Cinco Grandes de Costa y McCrae (1985). Divide la personalidad en cinco grandes dimensiones:
  • Apertura a la experiencia: aprecio de experiencias nuevas, proposición de ideas novedosas, engloba características como el gusto por el arte, por la aventura, por las emociones, la imaginación y la curiosidad. En el extremo opuesto se sitúa el Convencionalismo.
  • Responsabilidad: tendencia a la autodisciplina, a la responsabilidad, el planeamiento en lugar de lo espontáneo, control, competencia, orden, minuciosidad, sentido del deber, fiabilidad, persistencia, ambición, necesidad de éxito. En el polo opuesto situamos la Desorganización caracterizada por la irresponsabilidad y la conducta caótica.
  • Extroversión: implica la energía, las emociones positivas, la tendencia a buscar atención y compañía de otros, alta sociabilidad, evitación de la soledad, asertividad, locuacidad, necesita estimulación constante. El polo opuesto es la Introversión: reservados, independientes, prefieren estar solos, buscan grupos cerrados de amigos en los cuales se desenvuelven como los extravertidos, evitan la estimulación novedosa.
  • Neuroticismo: refleja niveles crónicos de inestabilidad emocional y susceptibilidad al malestar psicológico, tendencia a experimentar emociones negativas como ansiedad, ira, depresión y vulnerabilidad. El polo opuesto es la Estabilidad Emocional.
  • Agradabilidad o Cordialidad: buen carácter, disposición a ayudar a los demás, tendencia a ser compasivo y cooperativo, actitud conciliadora, empatía, sensibilidad hacia los demás, altruismo. El polo opuesto es la Antipatía.
También podemos reseñar aquí a Millon y su teoría del aprendizaje biosocial. Considera que la personalidad (y la psicopatología) se desarrolla como resultado de la interacción de fuerzas ambientales y organísmicas desde el mismo momento de la concepción y que se mantienen a lo largo de la vida. Así, los factores biológicos pueden configurar, facilitar o limitar la naturaleza de las experiencias y aprendizajes de la persona. Además, la interacción entre factores biológicos y psicológicos es bidireccional y circular (las disposiciones biológicas de los niños evocan reacciones en los demás que acentúan tal disposición). Posteriormente redefine su modelo de personalidad de acuerdo a cuatro polaridades:
  • Promoción y preservación de la vida: polaridad Placer-Dolor, (búsqueda de experiencias de recompensa y evitación del peligro y la amenaza).
  • Acomodación y modificación ecológicas: polaridad Pasividad-Actividad (atenerse a la realidad favorable y dominio del propio entorno).
  • Individuación y crianza con fines reproductores: polaridad Sí mismo-Otros (individuación y amor constructivo hacia los demás).
  • Integración intracortical: polaridad razonamiento intelectual (Pensamiento) –  resonancia afectiva (Sentimiento).
Intentando traducir estas teorías a la MTC proponemos lo siguiente, sin olvidar que esta propuesta de modelo no deja de ser una simplificación y que, en la práctica, las interacciones son mucho más complejas:
  • Podríamos, sin gran esfuerzo, situar los cinco factores de Costa y McCrae en la pentacoordinación, siendo: Extraversión-Madera, Apertura a la experiencia-Fuego, Agradabilidad-Tierra, Minuciosidad-Metal, Neuroticismo-Agua.
  • La polaridad placer-dolor podría encuadrarse en el eje Shaoyin, como garante de la supervivencia, siendo la búsqueda de recompensa dependiente del Fuego y la evitación del peligro dependiente del Agua.
  • La polaridad Pasividad-Actividad puede comprenderse como otra forma de ver los movimientos centrífugo y centrífugo en las relaciones, es decir, dependiente de las relaciones entre Madera y Metal respectivamente.
  • La polaridad Pensamiento-Sentimiento queda establecida por las interacciones armónicas del Fuego con el resto de la pentacoordinación. Si se produce una descompensación, la primacía del pensamiento (como racionalismo) puede determinarse en caso de preeminencia del lado derecho de la pentacoordinación (Tierra – Metal), la primacía del sentimiento (como pasión) si prevalece el lado izquierdo (Madera – Agua).
  • Los procesos de individuación (Sí mismo-Otros) dependerán básicamente de las relaciones que el elemento Tierra (Bazo) establezca con el resto de los elementos. El Sí mismo se define en base a la interacción entre el Corazón-Bazo-Riñón, las relaciones con los Otros dependerán de la interacción entre el Hígado-Bazo-Pulmón y de la mediación de Xinbao.
La Psicología Analítica, surgida a partir del psicoanálisis, parte de un planteamiento que puede muy bien considerarse energético, análogo a un sistema hidráulico. El foco central está en la acumulación/descarga/bloqueo de la energía (tensión-pulsión).

De una forma muy somera, Freud dividió el escenario psíquico en tres niveles de accesibilidad o “profundidad” (consciente, preconsciente e inconsciente), y en tres estructuras (Ello, Yo y Superyo). El Yo es racional, sigue el Principio de la Realidad y contiene la reducción de la tensión hasta que el Placer muestre perspectivas realistas de ser alcanzado. Su energía proviene del Ello, sistema original completamente inconsciente, irracional, sede del Principio del Placer y la principal reserva de la energía instintiva. El Superyó es el agente de la moral interna, creado a partir de la identificación con los padres durante el periodo de socialización, pero como el Ello es inconsciente, irracional, e incluye la “voz interna” no solo de los padres, sino también de experiencias morales ancestrales. La mente consciente y la conducta serán pues resultado de la interacción entre las tres instancias anteriores.

La pulsión freudiana puede contemplarse como un proceso dinámico. La pulsión es una carga energética básica que hace que el organismo se mueva hacia la consecución de un fin. Su origen es fisiológico, un estado de tensión o de excitación corporal. El objetivo de todas las funciones mentales y conductuales es descargar la cantidad acumulada de tensión nerviosa que se experimenta como “displacer”. Es decir, la pulsión es una fuerza motivacional. La energía emocional reprimida genera una tensión no descargada que produce los síntomas neuróticos. Su abreacción descarga el afecto acumulado (estancado), lo cual teóricamente elimina los síntomas.

La Pentacordinación también puede dividirse en consciente y no consciente. La consciencia depende del Corazón, las demás son respuestas emocionales no conscientes que pueden hacerse conscientes en cualquier momento (pero ya quedarían elaboradas). La personalidad está formada por los cinco Bershen, unidos por el Corazón y amalgamadas por el Xinbao, el director de orquesta artífice de la “melodía emocional” o psico-emocionalidad integral de la persona, capaz de introducir las variaciones requeridas en función de las necesidades del momento a fin de asegurar nuestra supervivencia individual, para lo cual produce las modificaciones que sean precisas a nivel físico o a nivel emocional, a través de la Pentacoordinación.

Maciocia considera que el Shen de Corazón (que él denomina Mente) es el Ego, mientras que la unión de los cinco Shen (especialmente Mente y Alma Etérea) es el Yo. El Hun es sede del inconsciente individual y conecta con el inconsciente colectivo de Jung (fuente de los arquetipos y los símbolos). Señala que los ideogramas Hun y Po contienen el radical gui (espíritu o fantasma), lo cual supone que tienen una existencia independiente de la Mente, es decir, forman parte del aparato psíquico más allá de la consciencia, con sus objetivos particulares que no caen bajo el control de la Mente (consciente). Ambos presentan similitudes con el concepto de Sombra de Jung. La Sombra incluye todo aquello que no queremos reconocer como parte de nosotros y que hemos reprimido, pero también incluye todas aquellas potencialidades que no hemos realizado. De hecho para Jung las unidades funcionales que componen el inconsciente personal o “complejos” (persona, sombra, yo, anima, animus) se rigen por sus propias leyes y parecen tener voluntad, vida y personalidad propias, tanto en estados normales como psicopatológicos.

Requena plantea también una analogía entre el psicoanálisis, la psicosomática de Alexander y la MTC. Así, de acuerdo con las neurosis vegetativas de Alexander, los conflictos cuyo núcleo se centra en el bloqueo de la agresividad, provocan una alteración del sistema simpático, es decir, el Agua, la Madera y el Fuego, mientras que los conflictos cuyo centro gira en torno a la necesidad de dependencia y búsqueda de apoyo se relacionan con el sistema parasimpático y los terrenos Metal y Tierra.

Por otra parte hay una clara relación entre el estado oral de Freud y la Tierra (boca, abdomen, asimilación), tanto a nivel simbólico como fisiológico, y entre el estadio anal con el Metal (colon, ano, recto). El bloqueo en estos estadios, la insuficiencia en las demandas infantiles de nutrición-apoyo y dependencia-autonomía, se manifestará en trastornos parasimpáticos, es decir, digestivos y respiratorios. La alteración en la Tierra presentará características de personalidad tendentes hacia la inmadurez psicoafectiva, los actos irreflexivos y la falta de capacidad para asumir responsabilidades o bien con personalidades pasivas, reflexivas, que se complacen en la abstracción pura y la intelectualidad, dado que en ausencia de acción las ideas no conllevan responsabilidades. De hecho Requena considera que el terreno hipotiroideo o hipogonádico puede considerarse como una manifestación simbólica de la voluntad de no ser adulto, de no crecer. Por su parte la alteración en el Metal, en la fase sádico-anal de eliminación se traduce en una gran culpabilidad subyacente, la preocupación por la (suciedad) moral, los juicios de valor, la meticulosidad y la ambivalencia entre avaricia-generosidad.

Los complejos de superioridad e inferioridad de Adler quedan relacionados, de acuerdo a esta analogía, con los caracteres Yang y Yin respectivamente, de tal modo que el primero tiende a resolver sus conflictos con estrategias de exteriorización y viven la rivalidad simbólicamente con la intención de ganar, orientándose al logro, a ser el mejor, mientras que los segundos tenderán a seguir la vía de la interiorización, la inhibición y la autoculpabilización.

Un campo de estudio potencialmente prometedor son los mecanismos de defensa. Hammer señala que la restitución (defensa) son los intentos que realiza el sujeto para compensar o proporcionar sustitutos para el atributo suprimido o reprimido. Afirma que esto se realiza prioritariamente dentro del mismo Movimiento, de tal manera que si la función Yin está subdesarrollada se producirá un intento compensatorio por parte de la función Yang. Por ejemplo, una alteración del Yin de Corazón, responsable de las emociones creativas y “delicadas”, llevará a una ausencia de las mismas, pero de forma compensatoria el Yang de Corazón hará que la persona realice actividades creativas (escribir, pintar, esculpir, componer) por encima de lo “normal”, aunque dichas manifestaciones carecen de la verdadera creatividad que aporta el Yin de Corazón, aunque tal vez lo imiten. Así mismo señala que, con fines diagnósticos, los rasgos constitucionales serán obvios desde la infancia, mientras que los atributos de compensación aparecen posteriormente en el desarrollo y son menos consistentes. 









viernes, 30 de noviembre de 2012

LAS TÉCNICAS DE LIBERACIÓN EMOCIONAL, QUÉ SON Y POR QUÉ FUNCIONAN


Dentro de las terapias “de nueva generación” se han popularizado enormemente diversos tratamientos denominados Psicología energética o Técnicas de Liberación Emocional (TFT, EFT, TAT). Una búsqueda simple en Google con este descriptor arroja más de un millón de resultados. Pero realmente ¿qué es y por qué funciona el “Tapping”?

La pionera Terapia de Campo de Pensamiento (Thought Field Therapy – TFT) fue desarrollada a principios de los 80 por el psicólogo Dr. Roger Callahan a partir de sus estudios en Kinesiología Aplicada y Medicina Tradicional China (MTC). Callahan considera que, cuando el paciente sintoniza su pensamiento con un hecho perturbador, se dispara una secuencia de actividades neurológicas, químicas, hormonales y cognitivas que derivan en la experimentación de una emoción negativa (miedo, tristeza, ira…). Callahan afirma que toda emoción negativa es una interrupción (bloqueo) en el sistema energético del cuerpo.

Esta perturbación tiene por tanto una causa energética y puede eliminarse mediante la estimulación por medio de ligeros golpecitos (tapping) en puntos concretos de acupuntura, conjuntamente con diversas maniobras de sicronización interhemisférica.

El procedimiento es simple. Consiste en pedir al paciente que recuerde y se “sintonice” con el hecho traumático. Una vez logrado, se guía al paciente en la realización de un procedimiento estandarizado denominado Algoritmo. Al repetir este procedimiento un número suficiente de veces, la perturbación provocada por el recuerdo del hecho traumático va desapareciendo, junto con las sensaciones y emociones asociadas, al tiempo que va transformándose la imagen que representa ese recuerdo. 

Una de las características distintivas de la TFT es que casi no requiere de la expresión verbal del paciente. Esta peculiaridad la hace especialmente indicada en aquellos casos en que hablar del tema motivo de la consulta puede resultar tan penoso o vergonzante como el hecho mismo.

Posteriormente Gary Craig, un ingeniero interesado en la psicoterapia, realiza una sistematización de los trabajos de Callahan y crea su propia versión de tapping: la EFT o Técnica de Liberación Emocional, partiendo de la base de un único algoritmo que sea capaz de desbloquear todos los canales y por tanto aplicable sea cual sea el problema.


Tal como reconoce Craig, la EFT se basa en el concepto de “revisión al 100%”. Con ello supone que puede evitar el diagnóstico energético de la MTC, al estimular la mayor parte posible de los puntos de inicio o final de los distintos meridianos, con la esperanza de que la alteración energética se encontrará necesariamente en uno de ellos. De hecho denomina “receta básica” a su algoritmo. Aunque indudablemente esta forma de proceder supone matar moscas a cañonazos (un poco como desmontar por completo un coche para cambiar un manguito), lo cierto es que funciona muy bien en gran número de problemas, tanto emocionales como físicos. Y cuando se combina simultáneamente con hipnosis o PNL los resultados son excepcionales.

Otra técnica interesante de Tapping es la TAT o Técnica de Acupresión Tapas, creada por Tapas Fleming en 1994. La autora considera que la técnica crea un vínculo entre un meridiano de acupuntura con nuestro centro de la visión para facilitar el "cambio del punto de vista" que tenemos de los problemas en nuestra vida, transformando así nuestra postura al respecto. 


Me gustaría llamar la atención sobre el denominado “Reverso psicológico”. Callahan supone que el Reverso Psicológico implica un cambio de polaridad en el sistema energético debido a pensamientos negativos y derrotistas que frecuentemente ocurren de manera subconsciente y por lo tanto no nos damos cuenta de ellos, aunque también puede deberse a un beneficio o una ganancia secundaria. Es por tanto una forma de resistencia. Craig señala que por término medio estará presente, y por lo tanto obstaculiza la EFT, el 40% del tiempo. La “frase preparatoria” está dirigida específicamente a neutralizar tales pensamientos, por ello toma la forma de una afirmación positiva neutralizadora, creando un vínculo entre la Psicología Energética y la corriente de la Psicología Positiva.

Por último me gustaría enfatizar la importancia de la definición del problema para el éxito de las técnicas de Tapping. El problema debe ser lo más objetivo y concreto posible, y formularse de acuerdo a las propias palabras del paciente, en caso contrario el éxito de la técnica puede reducirse a cero. En segundo lugar probablemente sea fijar el foco atencional sobre el problema mientras se estimula el sistema energético del cuerpo el componente básico de la terapia, tanto como la idoneidad de los puntos empleados. La intención del paciente (y del terapeuta) sin duda dirige la energía hacia el punto alterado en la red energética y explica por qué el Tapping, per se, no es suficiente para solucionar el problema en ausencia de una conexión potente e intencional con la emoción.


La Psicología occidental ha intentado explicar los mecanismos de acción del Tapping desde sus propios presupuestos teóricos. Así, a la luz de la teoría del condicionamiento clásico, el Tapping elicita el reflejo de orientación y sus efectos inhibidores sobre la respuesta condicionada. De esta manera, una respuesta (el algoritmo), que compite con la respuesta condicionada (la reacción emocional frente al recuerdo del trauma), extinguiría dicha respuesta. Otros autores consideran que ingredientes tales como la exposición imaginaria, la observación disociada, y mantener un foco de atención dual (entre otros) darían cuenta de la efectividad de esta terapia. Otra explicación posible se basa en el mecanismo de la inhibición recíproca de J. Wolpe. La estimulación lograda con la aplicación del algoritmo lograría una respuesta de relajación que competiría con la respuesta perturbadora del recuerdo, desensibilizándolo, exactamente igual que hacen las diversas técnicas de relajación. De nuevo, en todas estas explicaciones, se obvia lo fundamental: la emoción es energía, el pensamiento es energía, nuestro cuerpo físico es energía. La psicología (al igual que la medicina) conoce la existencia de la energía, pero la obvia en sus paradigmas.

En 1994 el Dr. Charles R. Figley llevó a cabo una investigación conocida como el “Proyecto de los ingredientes activos en el tratamiento del trauma” (Figley & Carbonell, 1995; Gallo, 1996; Gentry, 1998). En ella se pusieron a prueba cuatro diferentes abordajes terapéuticos: EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing, o Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), TIR (Traumatic Incident Reduction, o Reducción de Incidente Traumático), VKD (Visual Kinesthesic Dissociation, o Disociación visual kinestésica, un procedimiento derivado de la programación neurolingüística), y TFT. El procedimiento consistió en asignar aleatoriamente pacientes a representantes de las cuatro escuelas, con la sola consigna de administrarles el tratamiento durante una semana, de la manera que cada escuela lo prescribiera, y se midieron los efectos. Los resultados fueron altamente alentadores. El Dr. Charles Figley, a la vista de los resultados, concluye que: “los tratamientos psicoterapéuticos que son consistentes con las teorías basadas en la evidencia merecen la atención tanto de los clínicos como de los investigadores y deberían ser considerados válidas hasta que sean puestos a prueba.”

viernes, 14 de septiembre de 2012

EL CONTROL EMOCIONAL



“El Viento y el Frío dañan al cuerpo físico
pero la angustia, el miedo, la cólera, atacan a la energía”
(Ling Shu)



Las distintas escuelas de Psicología han otorgado una relevancia variable al control y la expresión de las emociones. Hasta hace relativamente poco tiempo las emociones se consideraban como inferiores a la razón, y por tanto debían estar sometidas y controladas por ésta. Sin embargo, tal como constató en su momento Weinberger, las personas que reprimen sistemáticamente sus emociones negativas padecen mayor cantidad de problemas de salud. De hecho se ha encontrado que la tendencia a la inhibición de las emociones tiene una base genética, y que probablemente a este mecanismo subyace una gran hipersensibilidad. Es decir, las personas que no expresan sus emociones presentan un umbral más bajo para el dolor, la pena y el sufrimiento que aquellos que no inhiben sus emociones.

De acuerdo con la teoría de Lang del triple sistema de respuesta las emociones tienen tres componentes: subjetivo o experiencial, fisiológico o somático y motor o expresivo, que generalmente presentan una alta concordancia. Sin embargo hay ocasiones en las que ésto no ocurre así y un sistema se separa de los otros. Es el caso del estilo represivo de afrontamiento, en el cual la experiencia subjetiva de una emoción negativa es prácticamente inexistente, mientras que la manifestación somática por el contrario es extrema. La supresión de los componentes subjetivos y emocionales no puede completarse y esa “energía” debe tomar otra vía de expresión, generalmente a través de un trastorno psicosomático. Pennebaker sugiere que esta inhibición supone un trabajo fisiológico que actúa en el tiempo como un estresor acumulativo para el organismo. Las consecuencias a medio-largo plazo se traducen en una mayor incidencia de trastornos cardiovasculares, incremento de los niveles de corticoides endógenos y trastornos inmunológicos, cáncer, asma, alergias, ansiedad, depresión, alcoholismo, etc.


En este punto podemos establecer una diferencia entre represión y supresión emocional. La segunda se refiere a procesos conscientes, intencionales y mediados por la voluntad del sujeto tendentes a negar, inhibir o suprimir los aspectos subjetivos de una emoción. La represión por el contrario se trataría de un proceso no consciente, automático, cuyo objeto es mantener fuera de la consciencia experiencias o emociones traumáticas. El primero sería un mecanismo de defensa puntual, un estado, el segundo se corresponde más con un rasgo de personalidad, entendido como un sesgo sistemático de la memoria autobiográfica, aunque también puede operar bajo determinadas circunstancias a nivel consciente y voluntario.

Lo mismo puede decirse, en el otro extremo, de los sujetos sensibilizadores, que dan vueltas incesantemente a los hechos negativos manteniendo los estados afectivos desagradables durante largo tiempo. Se ha definido este estilo de procesamiento como rumiación, pensamiento recurrente, repetición mental intrusiva o preocupación, y se ha correlacionado con una alta incidencia de trastornos cardiovasculares.

La preocupación puede contemplarse como el estancamiento en una fase del proceso de solución de problemas, concretamente en la fase de búsqueda de soluciones. Es por tanto común a todas las emociones (disruptivas). En segundo lugar la preocupación dirige los recursos atencionales y cognitivos de la persona hacia el interior (adquiriendo así el carácter intrusivo que la caracteriza) y no está exenta de un valor adaptativo, tal y como demuestran los estudios sobre el “realismo depresivo” y el “pesimismo defensivo”, al facilitar una evaluación más objetiva del entorno o facilitar el rendimiento.

Sabemos que determinadas hormonas y péptidos opiáceos endógenos influyen tanto sobre la personalidad como sobre el sistema inmunológico, y a su vez el sistema endocrino puede verse influido por el estrés y por cambios en el patrón de personalidad. La exposición a un estrés agudo puede producir inmunosupresión. La exposición a estímulos adversos puede provocar la activación de varias vías neuroendocrinas capaces de influir en la función inmunitaria, principalmente el eje pituitario-adrenal y el eje simpático-adrenomedular. Concretamente la cantidad de cortisol en sangre está relacionada con variables psicológicas (desamparo/desesperanza, Seligman), aboliendo la actividad de las células NK y produciendo un déficit inmunológico. 


Para la MTC la represión y /o la supresión de una emoción intensa puede contemplarse como un bloqueo e inhibición en el flujo del Qi, que creará estancamiento y dolor en las zonas vulnerables, y que afectará principalmente al Hígado, dado que éste es el encargado de que el Qi fluya de forma armónica. Hammer señala que cuando el Hígado no puede reciclar ni renovar la energía ésta se convierte en nociva, de tal manera que:

“El Qi nocivo (o ácido láctico y sus metabolitos, como el acetaldehído) estimula centros circulatorios, como los senos carotídeos, y centros del Sistema Nervioso autónomo como el nodo sinoauricular. El resultado será un aumento en la tensión sanguínea, que, además, de afectar al Corazón, hará que la sangre sea impulsada con demasiada velocidad por el Hígado. Este rápido paso de la sangre, así como el sobreesfuerzo general, en primer lugar hará que el Hígado desarrolle Calor por Exceso y, pasado un cierto tiempo, Calor por Insuficiencia.” 

Las consecuencias del bloqueo del Qi en el Movimiento Madera abarcan aspectos: emocionales (irritación, depresión, enfado), respiratorios (tensión en el pecho, suspiros, sensación de cuerpo extraño en la garganta), gastrointestinales (dolor y distensión en pecho-espalda-escápula, anorexia, eructos, regurgitación ácida, hipo, diarrea explosiva), genitourinarios (menstruación irregular y dolorosa, cefalea, distensión mamaria, síndrome premenstrual, y evolutivamente metrorragia o incluso amenorrea).

Si la situación se mantiene en el tiempo termina por afectarse el resto de la pentacoordinación:
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o  Riñón: dado que el Yang de Riñón es la fuente de la fuerza de Voluntad, puede contribuir a que se expresen los sentimientos reprimidos y vencer el miedo, pero si el conflicto entre el miedo a expresarse y la voluntad de autoafirmación se prolonga terminará por provocar una deficiencia de Yang de Riñón. De hecho la represión de sentimientos suele basarse en un miedo, lo cual indica que existe un desequilibrio en este sistema desde el principio a favor del Yin (miedo-pánico) en detrimento del Yang (voluntad). El agotamiento de la Voluntad en controlar el miedo puede provocar depresión por vacío de Yang renal. Además la pérdida de Yin de Riñón provoca vacío de Yin de Hígado y ascenso de Yang de Hígado con explosiones de ira como respuesta al miedo.

o  Corazón: puede convertir el sentimiento reprimido en alguna forma de comunicación o bien en negación, si entran en funcionamiento los mecanismos de defensa del Pericardio, apareciendo sintomatología disociativa y de conversión. La desnutrición del Corazón por parte del Hígado se traducirá en tristeza y depresión simultáneas a la represión de ira. Un Yin de Riñón escaso no puede controlar el Fuego, causandodo insomnio, irritabilidad, confusión mental y dificultades en la generación de ideas, aislamiento y en casos extremos trastorno bipolar, brotes psicóticos y esquizofrenia.

o Pulmón: el Metal puede intentar compensar el desequilibrio generando trastornos obsesivo-compulsivos  y bloqueo en el TR inferior con estreñimiento, diverticulosis, hemorroides, etc. Sin embargo, si se ve superado, aparecerán ansiedad, fobias, problemas respiratorios, dermatológicos y alteraciones en la porción distal del intestino. De hecho, entre los síntomas precoces del bloqueo del Qi hepático figuran el dolor en hipocondrios que se exacerba al permanecer recostado (porque el Qi nocivo asciende y ataca el pecho), con dificultad respiratoria, jadeos y sensación de cuerpo extraño en la garganta, así como hemoptisis y epistaxis.

o  Bazo: parte de la emoción reprimida puede ser absorbida por el Bazo en forma de preocupación excesiva y cavilación, que ralentizan la digestión y provocan molestias gastrointestinales, prolapsos, incapacidad del Bazo para controlar la Sangre con hemorragias e hipertensión portal y alteraciones en el proceso de pensamiento, o bien puede ser reconvertida en un exceso de “dulzura”.      

miércoles, 27 de junio de 2012

LAS EMOCIONES SEGÚN LA MTC





“Cuando los estados mentales del paciente no son positivos
y si su voluntad y sus sentimientos no son estables,
no puede recuperarse de la enfermedad”
(Su Wen)


A las dimensiones y  características generales (macro y microcósmicas) y fisiológicas de los cinco movimientos que vimos en la entrada anterior se pueden añadir otras correspondientes a la dimensión psíquica y emocional.

La MTC contempla por tanto cinco emociones básicas: alegría, reflexión, tristeza, miedo e ira, y cada una de ellas está relacionada con una de las actividades Shen. También define los siete sentimientos, que cuando son excesivos dañan a un órgano determinado: cólera (Hígado), alegría y temor (Corazón), nostalgia y obsesión (Bazo), abatimiento y tristeza (Pulmón) y miedo (Riñón). De hecho en MTC la enfermedad puede estar causada por factores exógenos, endógenos y mixtos, siendo la etiología más importante la causada por los “Demonios Interiores”: ira, angustia o pesar, miedo o pánico, alegría, compasión, ansiedad y preocupación. Mann señala que 135 de los 365 puntos de acupuntura se emplean para tratar las desarmonías psíquicas, mentales, emocionales y espirituales, así como muchos de los puntos nuevos o curiosos. Los puntos que contienen la palabra Tian (Cielo) se utilizan específicamente para “abrir” la consciencia espiritual de la persona. Ekman incluso afirma que “todos los puntos terapéuticamente activos tienen un efecto sobre la mente y el espíritu como corolario directo de la negación de la división cartesiana entre el cuerpo y el espíritu/mente.”

Las cinco emociones representan un continuo que va del estado normal al patológico. “En estado fisiológico normal representan, en síntesis: la imaginación (alma vegetativa, H), el conocimiento y el verbo (C), la reflexión (BP), la sensibilidad (alma sensitiva, P) y la voluntad (R). En estado patológico determinan la aparición de cólera (H), euforia lábil (C), preocupación o nostalgia (BP), tristeza (P) y miedo (R).” 

Las cinco emociones también tienen un efecto sobre la energía global, de tal modo que la ira hace que la energía ascienda a lo alto de la cabeza, la alegría la hace armoniosa, la tristeza la dispersa, la reflexión la concentra, el miedo la hace descender. La perturbación emocional debida a la pérdida del equilibrio de los órganos dependerá de si el sistema queda en plenitud (shi) o en vacío (xu), en el primer caso tenderán a darse condiciones de excitación y en el segundo de inhibición. Cuando una emoción afecta a un Órgano lo primero en verse afectado será el propio movimiento con la alteración del acoplado, y posteriormente el hijo, la madre, el controlado y el controlador, por tanto la recuperación de la homeostasis pasa por fortalecer el ciclo de control (Ke).

Ira  
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Aquí podemos incluir la ira, el resentimiento, la ira reprimida, el agravio, la frustración, la irritación, la cólera, la indignación, la animosidad y la amargura. La cólera es una perturbación del Shenhoun que remonta la energía hacia el polo cefálico (lo más yang), provocando plenitud de Qi y Xue a este nivel (vértigos, acufenos, cefalea, tez y ojos enrojecidos, hemorragia nasal, vahídos, sabor amargo, lengua con lados rojos). 

Una persona que es “presa de la ira” se altera con facilidad ante las mínimas frustraciones y obstáculos, y se vuelve incapaz de controlar adecuadamente sus propios sentimientos, es altamente volátil y puede comportarse caótica e impulsivamente. Su comportamiento puede oscilar entre el interés apasionado y una indiferencia apagada. Consciente de sus arrebatos puede intentar extremar el autocontrol, pero ante una situación estresante, o bien cuando se relaja y pierde sus inhibiciones (por ejemplo bajo los efectos del alcohol), es muy probable que la ira explote y se comporte de forma irreflexiva e impulsiva.

Por otra parte la ira no expresada daña el Hígado, y un Hígado alterado facilita que la ira surja con facilidad. La Madera debe crecer libremente, y todo aquello que impide su crecimiento causa bloqueo y estancamiento de la energía. 

La ira reprimida causará estancamiento del Qi de Hígado (y además estasis de la Sangre de Hígado en mujeres), mientras que la ira expresada hará que el Yang de Hígado se eleve o el Fuego de Hígado se avive. 

Es paradójico que, pese a que la ira es una de las emociones más disruptivas (tanto para el que la padece como para los que están a su alrededor y la sufren), la psicopatología occidental carezca de etiquetas diagnósticas para este estado, aunque haya despertado gran interés de los psicólogos desde los tiempos del psicoanálisis. Existe una patología de la tristeza (depresión), de la alegría (estados maníacos), de la reflexión (obsesiones y compulsiones), del miedo (fobias), pero no de la ira. 

Alegría 

·   Una alegría excesiva, entendida como euforia, afecta principalmente al Corazón, ya que produce una relajación extrema del mismo. El escape del Mental y del Thân pueden provocar palpitaciones, estados anímicos ciclotímicos (euforia-depresión), inquietud, ansiedad, logorrea, labilidad y emotividad descontroladas. La risa y la alegría comedidas hacen disminuir el Qi de Corazón, compensando los estados de plenitud y evitando que se produzca un estasis sanguíneo que pudiera causar bloqueos.

Hay personas que han hecho de la búsqueda del placer (y la evitación del dolor) su motivación principal. Sin embargo la búsqueda compulsiva de excitación y gratificación inmediatas vacían las reservas energéticas, llevando al agotamiento, ya que cuando no experimentan altos niveles de excitación se sienten vacíos. Externamente pueden parecer motivados, interesantes y divertidos, pero la realidad es que son incapaces de mantener ese nivel de excitación y de interés sin un apoyo externo por parte de los demás. Beinfield y Korngold señalan que pueden presentarse estados contrapuestos de euforia y decaimiento, risas nerviosas, locuacidad extrema, atolondramiento y charlatanería.

Maciocia señala que el júbilo, entendido como un estado de excitación excesiva y continua estimulación mental (aunque sea agradable), aumenta el tamaño del Corazón, dando lugar a signos y síntomas cardíacos (palpitaciones, excitabilidad excesiva, insomnio, inquietud, verborrea, punta de la lengua roja). Las características de un júbilo súbito son similares a las de la conmoción (carcajada súbita que desencadena un ataque cardiaco).

Preocupación
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Una reflexión excesiva, entendida como preocupación o rumiación mental, estancan el Qi del TR medio comprometiendo su actividad metabólica (patología gastrointestinal, dilatación abdominal, formación de flema). Los niveles energéticos disminuyen provocando inactividad, lentitud y torpeza. La afectación sobre el TR superior causa tos seca, ligera disnea, sensación de incomodidad en el tórax, tensión en los hombros...

La reflexión es un proceso que consiste en focalizar los recursos cognitivos y atencionales en una tarea de resolución de problemas. La Tierra (Estómago y Bazo) que controla el proceso digestivo, se ve especialmente afectada por la “rumiación” de ideas. Como en los bóvidos, que pasan de un estómago a otro el alimento, las ideas se quedan en un estado permanente de digestión, no avanzan ni retroceden. A modo de un corte de digestión, la rumiación mental produce anorexia, plenitud, diarrea, vómito y debilidad. A la inversa, cualquier afección del sistema Estómago-Bazo puede terminar provocando trastornos en el proceso de razonamiento. De hecho, para la mentalidad China el momento de comer reviste una importancia principal. Cualquier actividad potencialmente competidora va a causar una alteración del proceso digestivo. Trabajar, preocuparse y pensar durante la digestión, corta la circulación energética del TR medio, lo cual se agrava por la postura sedentaria y ocasionará digestiones lentas y pesadas.

El estancamiento del Qi provoca que la energía baje, y la persona se vuelve exageradamente reflexiva y contemplativa, presa de un pensamiento circular que no termina de materializarse en acción. Hay una obsesión por el detalle, hasta el punto de que los árboles no dejan ver el bosque, y se pierde la capacidad de síntesis. Tranquila, pero sombría, segura pero triste, tiende a la apatía y al aburrimiento. Puede aparecer una marcada obstinación, rigidez mental y tendencia a la rumiación patológica.

Tristeza
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El Pulmón (maestro de las energías) determina la homeostasis emocional. Un vacío de Qi de Pulmón (tos, disnea, psicoastenia, disminución de la vitalidad, ofuscación mental, tristeza, melancolía) puede repercutir sobre el Riñón (debilidad sexual, impotencia, incontinencia), sobre el Hígado (espasmos, dolores musculares, intercostales), sobre el Corazón (palpitaciones, amnesia, falta de concentración) y sobre el Bazo (debilidad y lasitud muscular, dilatación abdominal, trastornos metabólicos).

La tristeza es sinónimo de sufrimiento, y el sufrimiento se expresa con llanto. De aquí que el aparato respiratorio esté implicado en la liberación de la tristeza. Para controlar la expresión externa de la tristeza es imprescindible inhibir (suprimir) los mecanismos respiratorios, causando con ello afectación del Pulmón. La tristeza afecta por ello prioritariamente al TR superior, Pulmón y Corazón, causando  voz débil, cansancio, palidez, ligera disnea y sensación de opresión torácica y en las mujeres frecuentemente deficiencia de Sangre y amenorrea que, con el tiempo, provocará masas en las mamas. La tristeza agota el Qi y por tanto el Yin de Hígado provocando confusión mental, depresión, falta de sensación de dirección en la vida, etc., y un duelo crónico y no expresado (con lágrimas) afectará al Riñón trastornando el metabolismo de los líquidos.

La tristeza predispone al aislamiento como una forma de autoprotección ante el dolor de la pérdida. Una forma de compensación (mecanismo de defensa) ante la amenaza de la sensibilidad y la empatía es encerrar los sentimientos en el interior. De este modo la vida gira en torno a la evitación de la pasión y el control sobre el entorno (principalmente social). Este hipercontrol puede manifestarse a nivel físico en trastornos asmáticos, estreñimiento y frigidez.

Miedo
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Incluye tanto los estados crónicos de temor y ansiedad como el terror brusco. Provoca el bloqueo del TR superior, con lo que la energía se hunde y se agota el Qi de Riñón. Una disminución de Qi renal provoca signos de caída (incontinencia de heces, orina, semen) y pérdida de control. Si el Corazón es fuerte, el miedo causa descenso del Qi, pero si el Corazón es débil el Qi puede ascender en forma de calor-vacío, provocando palpitaciones, insomnio, sequedad de boca, enrojecimiento malar, vahídos y pulso rápido y desbordante (según Maciocia esto ocurre preferentemente en los estados crónicos de ansiedad, debido a la desconexión entre Corazón y Riñón).

Cuando la vida está dominada por el miedo hay un aislamiento activo del entorno que se percibe hostil y amenazante. El pensamiento se vuelve suspicaz y desconfiado, crítico y cínico, y en casos extremos puede aparecer un trastorno paranoide.

Requena hace una puntualización respecto al miedo. Considera que el miedo inhibido y paralizante es el miedo propio del Riñón, mientras que el miedo producto de un vacío en la Madera lo que provoca es angustia y terror, con sobresalto e hiperreactividad.
Hammer señala que hay dos escuelas de pensamiento sobre las emociones y el Riñón. Para la primera es el miedo crónico la emoción que resulta especialmente lesiva para el Riñón. Para la segunda una intensa melancolía inhibe la función del Riñón. El pánico repentino incide especialmente sobre el Corazón. Sin embargo un miedo crónico lesiona el Riñón. En el primer caso está claro que una situación de shock inesperado requiere una movilización de recursos rápida y urgente tanto por parte del sistema nervioso como del sistema circulatorio, mientras que el estrés crónico recurre a mecanismos más lentos de adaptación dependientes del sistema endocrino (suprarrenales). De esta forma el Yang de Riñón quedará dañado ante un miedo crónico, y el Yin de Riñón lo hará por una angustia profundamente arraigada (aunque en última instancia ambos se agotan simultáneamente).
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Ansia, culpa, vergüenza

Podemos entender ansia como deseo desmedido o bien como un estado de constante deseo que nunca llega a satisfacerse, tanto de objetos materiales como inmateriales (reconocimiento social, etc.). Taoísmo, budismo y confucionismo alertan contra el ansia y el deseo, y creen que están en la raíz de todo sufrimiento. Maciocia considera que el ansia dispersa el Qi, afecta al Corazón y sobre todo afecta al Pericardio por agitación del Fuego Ministerial (Fuego-Vacío excesivo y patológico procedente del Riñón), mientras que Nogueira considera que el deseo excita principalmente el Hun. Ambas visiones son complementarias si pensamos en el eje Jueyin.

La MTC no dice nada de la culpa y poco de la vergüenza. Indudablemente la culpa (como sentimiento de culpa) es una emoción común en la tradición judeocristiana y en la sociedad occidental con un Yo sobresaliente por encima del Nosotros. De hecho esto explicaría por qué para sí existe la vergüenza en la cultura china (ya que ésta se relaciona con un sentido social del yo) mientras que la culpa (relacionada con un yo individual) está ausente incluso en el pensamiento de la china contemporánea.

La culpa se dirige hacia el yo, es centrípeta, en contraposición a la ira, que se dirige hacia los otros. La culpa puede provocar el estancamiento de Qi, especialmente en Pulmón, Corazón, Hígado y Riñón, dado su carácter oscuro y autodestructivo puede causar con facilidad estasis de Sangre particularmente en Pulmón, Corazón, Bazo e Hígado, o un hundimiento del Qi y afectar al Riñón (problemas urinarios y/o menstruales). Vemos que el impacto de la culpa puede por tanto extenderse a toda la pentacoordinación.

La vergüenza, al igual que la culpa, se dirige hacia el interior y puede considerarse como una emoción opuesta a la ira y el orgullo. La vergüenza depende de la consciencia de haber transgredido una norma social y de que los otros sepan lo que hemos hecho. En caso contrario no sentiremos vergüenza, pero sí podríamos sentir culpa. Cuanto mayor sea la deseabilidad social de la persona, cuanto más se necesite la aprobación del grupo, más vulnerable será a la vergüenza, mientras que en la culpabilidad el juicio se produce con independencia de que otros lo sepan o no. La vergüenza puede redimirse, la culpa no. La vergüenza, al dirigirse hacia el interior, provoca el estancamiento del Qi y probablemente su hundimiento. Sintomatología frecuente son por tanto los prolapsos de órganos, un exudado vaginal crónico y persistente, hemorragia vaginal crónica por hundimiento del Qi de Bazo y Riñón, ligera incontinencia urinaria crónica y sentimientos de “suciedad” y desánimo.